lunes, 6 de febrero de 2017

Pedregadas históricas (VII). CASTEJÓN DE SOBRARBE, 26 de julio de 1901


José Albás Buil, secretario del ayuntamiento de Castejón de Sobrarbe
 
Horrorosa tormenta—Piedra—Situación aflictiva—Emigración forzosa.

Sr. Director de EL DIARIO DE HUESCA:

Por mucho tiempo habían aparecido en el horizonte densos nubarrones, que convertidos en tempestades, recorrían las sierras más próximas al límite de esta localidad, sin que en este término, como en otros, regaran el suelo con una sola gota de agua.

Ayer, a las tres de la madrugada, se desencadenó una furiosa tempestad acompañada de impetuoso viento y de tanta abundancia de piedra de grueso tamaño, que en cinco minutos dejó arrasado cuanto a su paso hallaba, semejando hoy nuestro término municipal hallarse en el mes de enero.

¡Qué triste espectáculo!... ¡qué cuadro tan aterrador!... ¡qué porvenir se aguarda a los desconsolados agricultores de este pueblo!... ¡cuántos en días festivos se recreaban, examinando las vides, árboles frutales, las huertas, que por cierto prometían la ayuda y prosperidad en tiempo no lejano, y hoy se ha convertido en su totalidad en un valle de lágrimas.

Las viñas aparecen con los vástagos destrozados, muy mal parados, para la próxima poda; las huertas se proponen ararlas en preparación del próximo año; y sólo con esto, Sr. Director, comprenderá cuánta es la pena que aqueja a los humildes habitantes de esta localidad, sin que nada de cuanto dejo indicado pueda calificarse de ponderación.

Muchos de nuestros habitantes emigrarán, no por rutina, sino por obligatoria necesidad, abandonando sus hogares, para con el producto de su trabajo poder alimentar a sus desconsolados hijos; y los que permanezcan en su morada como meros agricultores, pasarán el año sufriendo una lenta pena, pues por cierto dejarán de ayudar al Tesoro con sus tributos, por serles imposible pagar las muchas cargas que sobre ellos pesan y que se hacen insoportables.

Si a estas desgracias no ayudan los poderes públicos para remediarlas, si no se considera que en este término, como en otros, se le ha privado al labrador de cuanto más falta le hace para ayudar al Tesoro, pues las pérdidas son de grande consideración, tendremos que emigrar todos acosados por el hambre, para satisfacer tan apremiante necesidad lo primero, y luego para contribuir a la Hacienda pública como religiosamente lo hemos verificado siempre.

José Albás Buil