lunes, 29 de febrero de 2016

Testamento de Antonio Monclús, vecino del lugar de Mediano


 
El día 9 de julio del año 1737, ante la presencia del licenciado Miguel Francisco Pérez, rector de Mediano, y de los testigos abajo detallados, estando enfermo aunque con firme memoria, y palabra manifiesta, ordenó su último testamento Antonio Monclús.
Primeramente encomendó su Alma a Dios, “creador redentor de aquélla”, solicitando que perdonara sus culpas y pecados, y la quisiera colocar junto a los santos y en la gloria.
Dispuso que cuando su cuerpo fuera cadáver se procediera a sepultarlo en el cementerio del pueblo. Se tendrían que celebrar por su Alma, en la parroquial: entierro, honras y cabo de año. Novena, trenteno mayor (30 misas), trenteno menor (15 misas), añal y responsos, todo a uso y costumbre.
Eran legítimos herederos del testador su esposa Isabel Castán y sus hijos Thomas, Ana María, Theresa y María Josepha, además de otros parientes. A cada uno de ellos les dio cinco sueldos en concepto de bienes muebles y otros tantos por los bienes sitios. De esta manera nadie podría solicitar nada más sobre sus bienes.
Dejó a su esposa el ser “Señora mayora y usufructuaria de todos mis bienes durante toda su vida”. Ella tendría que trabajar en provecho y utilidad de la casa, viviendo en ella y siendo viuda honesta.
Nombró como heredero o heredera a aquel o aquella que a sus ejecutores abajo nombrados mejor les pareciera y fuera más útil y conveniente para la casa, con la obligación de dotar a los demás hermanos en función de las posibilidades que hubiese.
Nombró ejecutores y exoneradores de su alma y conciencia al rector de Mediano, a su esposa Isabel Castán, a sus hermanos Joseph, Bonifacio y Gregorio Monclús, y a sus primos Domingo de Raso y Jaime Cosculluela.
Fueron testigos Miguel López, estudiante, y Francisco Castán, habitantes en Mediano. Recibió el testamento, en ausencia de escribano, Miguel Francisco Pérez, rector de Mediano.

domingo, 14 de febrero de 2016

Bonito aljibe en Olsón


Vista exterior del aljibe
 

Agua en el aljibe abovedado
 

Varios peldaños de escalera.
No se observan bien debido a los reflejos y la turbidez del agua
 
Este aljibe se encuentra en el barrio de Samper. Es propiedad de Casa Cardiel de Olsón, si bien sobre él hay una construcción perteneciente a Casa Larriero. Está excavado en la roca y dispone de unas escaleras para acceder mejor al agua cuando ésta va bajando de nivel. El techo es abovedado. El aljibe se alimentaba a partir del agua de lluvia que discurría por las leneras que conformaban la calle, ahora encementada. Parece ser que el agua se utilizaba para regar.

Recuerdo que de pequeños, cuando íbamos a ver a los familiares de Olsón, teníamos algo de miedo a estos aljibes que entonces llamábamos pozos. Los padres siempre nos advertían de lo peligrosos que eran y que un niño de Olsón había caído en uno de ellos. Conforme pasan los años todo se ve diferente.

viernes, 5 de febrero de 2016

Joan Gerónimo de Guzmán, ermitaño en la Espelunca de San Victorián.


La Espelunca de San Victorián en el año 2009
Era el año 1590. Con motivo de la compraventa de un campo, se reunieron en el Monasterio de San Victorián el comprador, la vendedora, el notario y dos testigos.
El comprador era el licenciado Señor Fray Joan Gerónimo Guzmán, ermitaño de Nuestra Señora de la Espelunca y Sanct Biturián.
La vendedora era María la Questa, viuda de Joan Poçino, habitante en el lugar de Bruis o Fosado.
El bien objeto de la compraventa era un campo blanco situado en el término de Bruis y Fosado, en la partida llamada A La Collada de Sant Miguel, que limitaba con campos y viña de Nuestra Señora de La Espelunca, con tierras de Joan de La Questa y campos de la vendedora. Precio de 130 sueldos jaqueses.
Fueron testigos Domingo Lanao y Antón de La Questa, habitantes en el lugar de Bruis-Fosado.
Probablemente el ermitaño había llegado de lejanas tierras puesto que el apellido Guzmán no es propio de Sobrarbe.