martes, 5 de enero de 2016

Pedregadas históricas (V). PEDRISCO EL 23/7/1899

Puente en Boltaña sobre el río Ara


El año 1899 fue nefasto en el Alto Aragón desde un punto de vista meteorológico. Hoy en día vincularían estos hechos al famoso cambio climático. El pedrisco afectó en diferentes días a diversos pueblos. En lo referente a Sobrarbe, el 23 de julio el pedrisco se ensañó con la zona centro: Boltaña, Aínsa y Labuerda. Esta última localidad también sufrió inundaciones el 7 de agosto. Veamos cómo fue reflejado en la prensa:

Pedrisco en Boltaña. “El Diario de Huesca”, 26/7/1899

Nos escriben desde Boltaña, participándonos que el domingo último descargó sobre aquel término municipal una fuerte tormenta, arrojando piedra con tanta abundancia y con tanto ímpetu que ha producido la pérdida total de la cosecha de vino, destrozando casi por completo la huerta y causando graves perjuicios en todo el término. Explícanse bien tan importantes daños si se tiene en cuenta que muchas de las piedras que cayeron pesaban más de 100 gramos.
El desastre, como es natural, tiene acongojados a los moradores de aquella comarca, especialmente a la clase agrícola que ha visto en un momento destruidos gran parte de sus trabajos y de sus afanes.
 
Noticias de Boltaña. “El Diario de Huesca”, 29/7/1899.
Son muy desconsoladoras las noticias que recibimos de la comarca de Boltaña, y en especial de los términos de Aínsa y Labuerda, relativas a los inmensos daños producidos por el pedrisco del 23 del actual, que arrasó los restos de frutos, principalmente el de la vid, que se habían salvado de la fuerte granizada de igual día del anterior mes de mayo.
Se han perdido totalmente las cosechas de vino y legumbres que son la mayor producción en aquella zona. El país está hondamente preocupado y afligido por las funestas consecuencias del desastre.
El Gobierno debe procurar subvenir al remedio de tan gran calamidad, concediendo los auxilios posibles de que disponga, facilitando la prórroga del pago de las contribuciones y abriendo trabajos públicos en los que puedan hallar ocupación y medios de subsistencia los braceros del campo, que quedan en situación deplorable. Podría al efecto subastar el trozo de carretera de Aínsa a Escalona, obras comenzadas por administración hace más de doce años y paralizadas por completo a pesar de estar satisfecho el importe de los terrenos ocupados para su trazado y su construcción.
Es lo menos que puede hacerse en pequeña compensación de los inmensos daños agrícolas sufridos por aquella comarca.

Asuntos provinciales. De Labuerda, 8 de agosto (“Diario de Huesca”, 12/8/1899)
El día 10 del actual recibimos la siguiente carta, que no ha podido ser publicada durante estos días en que no ha visto la luz “El Diario”.
Hoy lo hacemos para complacer al apreciable amigo y suscriptor que nos la remite y para que sea conocido el texto de la misma, que es como sigue:

¡Horrible tormenta!

Entre una y dos de la tarde del día 7 una tormenta descargó tal cantidad de agua en el término municipal de Labuerda que más bien parecía un diluvio y contra lo que era de temer y en medio de la lluvia tan torrencial las autoridades locales, tanto civiles como militares empezaron a tomar disposiciones para evitar desgracias personales que podían ocurrir en los barrios de la calle Mayor y del barranco, lo que efectivamente sucedió porque el río Cinca y Barranco de San Vicente salieron de su cauce e inundaron la parte baja de la población y arrastrando el furioso elemento muchas de las tierras de labor.
Figúrese Sr. Director, qué situación tan triste es en la actualidad la nuestra; sin tierras para poder cultivar ¿cómo hemos de pagar a la Hacienda lo que como contribuyentes se nos exige? Y ¿qué comeremos después que dos pedriscos dejaron asolados los campos, viñedo, huerta, etc.? Se impone por cuantos medios estén a su alcance que los poderes públicos nos socorran si no nuestra suerte es la emigración. ¿No podrían condonársenos las contribuciones socorrernos también con alguna cantidad del fondo de Calamidades y subastar el trozo primero de la carretera de Aínsa a la frontera? Creo que todo esto se necesita y mucho más para socorrer a este desgraciado país.
Miles de gracias anticipadas se ofrece de Ud. Affmo. s.s.q.b.s.m., -Un labrador, G.B.

En Sariñena, el mismo día que hubo inundaciones en Labuerda, también padecieron una virulenta tormenta de pedrisco:

Sr. Director de El Diario de Huesca:

Escribo a Ud. bajo la impresión más dolorosa que acaso he sufrido en los días de mi vida.
Hasta ayer todo era en este vecindario actividad y alegría. Las gentes del campo habían puesto término a las faenas de recolección de los cereales. Pagaban los arriendos a los propietarios de terrenos de huerta y se consagraban con verdadero afán al cultivo de los verdes, único premio a sus sudores, esperando con fundamento una abundante cosecha de legumbres, caldos y hortalizas, que aseguraba la vida durante el invierno próximo, facilitándoles además recursos para levantar las cargas públicas.
Hoy estamos de duelo; el pan de los pobres ha sido arrebatado por un terrible pedrisco, como otro igual no han conocido los más ancianos: a las cinco de la tarde de ayer formáronse dos tormentas al norte y oeste; el viento que saltó caprichosamente de uno a otro cuadrante, impidió por largo rato el choque de aquellas nubes desoladoras; mas al fin tuvo lugar el encuentro, señalado por un trueno espantoso y las blancas greñas vomitaron sobre la población aterrada y la feracísima vega, montones de piedras la mayor parte de éstas del tamaño de un huevo de perdiz. Las escenas que se presenciaron luego no es fácil describirlas con exactitud; los pobres trabajadores sorprendidos por la tormenta en el campo, llegaban desconsolados contestando a las “buenas tardes” que se les dirigían con un “mejor podían ser” que apenaba; las mujeres lloraban, el pobre párroco iba a rezar el Santo Rosario llevando en su rostro el dolor inmenso que la catástrofe le había producido; y el alcalde con la resolución que es su característica, se encaminaba a la oficina de Telégrafos para comunicar tan terrible suceso ….el texto continúa.
En otras localidades, como en Yebra de Basa, las tormentas veraniegas fueron inusualmente abundantes y violentas.

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