lunes, 17 de agosto de 2015

Pedregadas históricas (I)


Hoy comienza un nuevo apartado en este blog, relacionado con los desastres motivados por el granizo de tamaño grueso, popularmente conocidos como pedregadas. En la actualidad está de moda el cambio climático y el afirmar que los fenómenos meteorológicos extremos son más abundantes que en el pasado.

Los políticos, arquitectos e ingenieros lo tienen fácil. Cuando se produce un desastre natural provocado por una riada argumentan que la culpa es del cambio climático o que el cauce del río está con mucha vegetación. Nunca asumen responsabilidades. Es una barbaridad permitir nuevas construcciones en las llanuras de inundación de ríos y barrancos, o en abanicos aluviales activos. Tarde o temprano se va a producir una inundación en estas zonas. No podemos dominar la naturaleza a nuestro antojo; el atrevimiento se acaba pagando.
Personalmente pienso que no ha habido un incremento de los fenómenos meteorológicos adversos, ni siquiera ha aumentado su virulencia. Para realizar esta afirmación me baso en los datos históricos registrados en la comarca de Sobrarbe. A lo largo de sucesivas entregas iremos viendo algunas catástrofes naturales que en su día provocaron graves afecciones sobre la economía familiar de las gentes de este país.
En Sobrarbe hubo unas lluvias excepcionales en el último tercio del siglo XVIII. Fueron tan destacadas que incluso cambiaron la fisonomía del paisaje. En cuanto a pedregadas, en el año 1791 el cura de Araguás y El Pueyo afirmó:
Ningún perjuicio, gracias a Dios, sufren estos feligreses de El Pueyo y Araguás en lo espiritual, pero en lo temporal padecen mucha indigencia porque de muchos tiempos a esta parte son pocos los años que no experimentan furiosas granizadas que los tienen abrumados y consumidos. De no ser así serían los más dichosos en lo temporal, por ser una gente lo más aplicada al trabajo y de la mejor conducta
En Mipanas también se registraron importantes pedregadas en el siglo XVIII:
El rector Cuello dejo escrito: “El día 22 de setiembre del año 1739, por la noche, cayó una horrorosa pedriada, que causó muy notable daño en huertas, olibas y ubas. Empezó antes de Mipanas y prosiguió más adelante, no sé hasta dónde”.

El rector Martín Cano anotó: “El día primero de septiembre del año 1771 cayó otra pedriada por la noche y peló los árboles y demás. Abarcó todo el monte, desde la cruz del camino de Paúl... Se encontraron bajo los árboles y matas, y trajeron los hombres a docenas, pájaros, perdices, perdiganas, conejos y otros animales. Se recolectaron luego las ubas chafadas, las olibas....”

Continuará.

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