viernes, 11 de julio de 2014

El monte de Abizanda


 
Abizanda es un pueblo del Sobrarbe meridional. Se localiza al pie nororiental de la sierra de Arbe, en la margen derecha del Cinca, a dos kilómetros al oeste de dicho río. Desde la lejanía destaca la silueta de la emblemática torre del siglo XI, la cual da a este núcleo de población un toque de distinción y elegancia, bien visible desde muchos puntos de la comarca. Buena parte de las casas se sitúan en una ladera orientada hacia el norte, algo sorprendente y raro puesto que lo habitual en otros pueblos es que estén mirando hacia el sur. La razón de esta singularidad estriba en que Abizanda fue creado con una finalidad defensiva y las viviendas se edificaron en las proximidades del recinto fortificado.

En la actualidad el Municipio de Abizanda lo componen los antiguos lugares de Abizanda (y aldeas), Escanilla, Lamata y Ligüerre de Cinca. Todo lo que voy a escribir hace referencia única y exclusivamente a Abizanda y sus aldeas.

El monte de Abizanda limita al norte con tierras de los lugares de Olsón, Lamata y Escanilla; al suroeste y sur con Naval y Mipanas, y al este con el río Cinca (Puy de Cinca, La Penilla y Clamosa).

Desde un punto de vista geológico, Abizanda se localiza en el Pirineo, en las sierras exteriores oscenses. Dominan ampliamente las rocas del Período Terciario y Época Eoceno. Hay estratos generados en distintos ambientes sedimentarios: marinos, transición de marino a continental y continentales. Las rocas marinas y de transición están en la zona oriental y al S. del núcleo de Abizanda, predominando las calizas blancas y las margas azuladas; en ellas hay fósiles, siendo algunos de ellos muy interesantes y únicos. La geología se hace algo complicada al S. del pueblo. Hacia el O. se localizan los estratos de origen continental, existiendo alternancia de lutitas, areniscas y conglomerados, siendo las calizas "chacustres" anecdóticas. Los estratos no son uniformes y varían lateralmente en espesor y composición, llegándose a ver bien los antiguos canales principales del río que los generó. Sobre los materiales del Eoceno continental aparecen, discordantes, los conglomerados del Oligoceno que son consecuencia de la elevación y erosión parcial del Pirineo, y del depósito de gravas a partir de ríos con una cierta energía, procedentes del norte. Durante el Cuaternario se ha ido modelando el relieve gracias a los agentes geológicos externos, principalmente el agua. Debido a la acción de los ríos se formaron las terrazas fluviales, habiendo una de ellas a más de 670 metros de altitud, en el paraje denominado El Plano. Las rocas actuales son consecuencia de millones de años de actividad geológica. En el presente esta actividad sigue, pero lo hace a un ritmo muy lento que no es perceptible por los humanos.

El monte de Abizanda presenta dos zonas bien diferenciadas, estando el pueblo en medio de ellas. Hacia el suroeste se encuentra la sierra, poblada principalmente de pinos, sabinas, enebros, romeros y aliagas; se caracteriza por tener un relieve accidentado y abarrancado, culminando en el alto de La Trinidad a poco más de 1000 metros de altitud. Hacia el este del pueblo, en la zona oriental del monte, abundan los campos cultivados con múltiples aterrazamientos; las tierras de cultivo se ven interrumpidas por cerros y barrancos que incrementan la variedad y diversidad paisajística. Los accidentes geográficos, unidos a las diferencias de altitud y al embalse de El Grado originan pequeños microclimas que son importantes desde un punto de vista agrícola.

 

La orientación de las laderas provoca variaciones en la vegetación ocasionando que los robles y pinos silvestres sean abundantes en las vertientes que dan hacia el norte, y los pinos carrascos y encinas sean típicos en las pendientes soleadas. Así mismo, la litología también condiciona las especies vegetales, existiendo distintos tipos de plantas en función de la naturaleza de la roca.

En líneas generales el terreno no está excesivamente erosionado. Las cicatrices erosivas se hallan habitualmente relacionadas con las laderas de fuerte pendiente, independientemente de su orientación. El tipo de litología también incide en la mayor o menor erosión.

Los suelos son mayoritariamente pedregosos, variando mucho su calidad de unos puntos a otros. Es un terreno apropiado para el arbolado y el viñedo, pero malo para el cereal puesto que la tierra pedregosa retiene mal el agua cerca de la superficie y la almacena en profundidad.

El clima es de tipo mediterráneo-continental. La precipitación media anual ronda los 750 mm. Se trata de una cantidad que sería ideal si se repartiera equitativamente y de manera proporcional a lo largo del año, pero esto no ocurre puesto que el régimen pluviométrico es muy irregular; hay una sucesión de períodos secos y lluviosos impredecibles. Las precipitaciones más importantes se producen en situaciones de S. y SE. debido a la posición de las montañas, siendo los Pirineos fundamentales y decisivos para explicar el clima de Sobrarbe. Cuando las borrascas llegan desde el N. y NE. sólo cabe esperar viento, frío y ausencia de lluvias.

El paisaje del monte de Abizanda es armonioso, fruto de la interacción y equilibrio del hombre con su entorno a lo largo de centenares de años. En las últimas décadas y debido a los nuevos tiempos la estabilidad se ha llegado a romper puntualmente, siendo especialmente grave la afección del pantano de El Grado y, en menor medida, la nueva carretera que comunica el Somontano con Sobrarbe; es el precio del llamado progreso. El embalse de El Grado es negativo por anegar tierras y por generar inestabilidad en las laderas de sus inmediaciones. Tiene el aspecto positivo de suavizar las temperaturas mínimas en sus proximidades, propiciando de esta manera una menor incidencia de las heladas tardías en los almendros y el resto de los árboles frutales.
 
Formando parte del paisaje están las casas de Abizanda que son el resultado de siglos de evolución. En ellas hay sucesivas ampliaciones y reformas cuya calidad varía en función del poder económico de sus pobladores. En su mayoría el componente principal es la piedra caliza que es muy resistente, pero mala para ser trabajada y hacer muros dada su irregularidad.


Las piedras de la Torre del castillo son de arenisca calcárea. Como no hay canteras de este tipo de material junto al pueblo, se deduce que fueron transportadas. Rocas similares existen hacia el noreste, en la zona conocida como Arbués.  Creo que por Arbués hubo un antiguo poblamiento que fue abandonado y sus piedras se llevaron hasta Abizanda. El mérito de la Torre del siglo XI es doble puesto que a su construcción hay que añadir el sobreesfuerzo de transportar  y subir las piedras desde un lugar relativamente alejado.

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